sábado, 16 de marzo de 2013

El Papa Jesuita



Se cuenta que el Vaticano trataba de penetrar en la Unión Soviética. Primero envió a un franciscano y volvió sin resultados; luego mandó a un dominico, que volvió sin mayores logros. Luego fue un jesuita y éste no volvió. Dos años más tarde, el Vaticano manda otro jesuita que tampoco regresó y así siguieron mandando jesuitas por treinta años, después de los cuales un telegrama llegó al Vaticano; estaba codificado, por lo que llamaron entonces a alguien para poder descifrarlo; el telegrama decía: "Ya somos mayoría en el Comité Central. Esperamos instrucciones".
La primera pregunta que me vino después de la fumata blanca, me asaltó de pronto casi en un arranque de pánico: ¿qué tipo de jesuita es el nuevo Papa?
La respuesta debe analizarse desde diferentes puntos de vista.
1. Es Jesuita, ¿eso qué significa? Mucho. No es una persona intelectual, es una persona cuyo intelecto fue formado para los demás, para darse, entregarse. Con un bagaje cultural importante, no para escribir geniales encíclicas, sino para enrolarse en lo que vive la gente y evangelizar a través de la razón.
Los jesuitas han sido odiados o amados por igual, nunca pasan desapercibidos, han sido libres, codiciosos, trabajadores, intelectuales, científicos, pintores, fotógrafos, filósofos, maestros, activistas, políticos; o todo eso junto. Un proverbio español sentencia: No confíe su mujer a un monje, ni su dinero a un jesuita. Pascal decía: ¿qué sería de los jesuitas sin la probabilidad y de la probabilidad sin los jesuitas? Si ignoran la probabilidad, ya no podrán gustar al mundo; si toman en cuenta la probabilidad ya no podrán disgustarle.
San Ignacio de Loyola nació en 1491, en el castillo de Loyola, en Azpeitia, pocos meses antes de la caída de Granada. Siendo vasco, tuvo una educación castellana; su familia venía de la antigua nobleza; era el menor de tres hermanos. En su juventud, siguió el oficio de las armas, pero su carrera militar fue breve: una herida lo dejó cojo. Después de eso, un año de oraciones calmaron su alma. Durante su retiro empezó la redacción de unas notas que posteriormente se llamarían Los ejercicios espirituales, luego hizo una peregrinación a Jerusalén. Al volver, estudió durante dos años en Barcelona, luego en la Universidad de Alcalá y más tarde en la de Salamanca. El conocimiento libera al espíritu. Acusado de introducir doctrinas peligrosas, pasó tres semanas en la cárcel. En el año de 1528 se fue a París donde permaneció tres años estudiando filosofía en las más absoluta austeridad. En 1534, ya de 43 años era maestro en artes de la Universidad de París. Con otros seis estudiantes de teología, fundó la Compañía de Jesús; cinco años más tarde, agregó los votos de castidad y de pobreza, el de obediencia absoluta a la jerarquía de la Compañía. La nueva orden fue aprobada por el papa Pablo III en 1540. Ignacio de Loyola pasó el resto de su vida en Roma. Permaneció 15 años al frente de la Compañía; ésta pronto creció y llegó a juntar diez mil miembros en nueve países europeos, la India y Brasil. El 31 de julio de 1556, Ignacio de Loyola murió y, en el año de 1622, fue canonizado por el papa Gregorio XV. El fundador de los jesuitas fue un hombre extraordinario y un jefe de Estado excepcional. Su mensaje era: "vayan e incendien" (Antaki, Ikram. 2002).
Setenta y cuatro veces han sido expulsados de diferentes países; en 1773, el Papa suprimió la Compañía. Un profesor mío siempre decía: de todo hay en la viña del señor. Nos dimos cuenta que era cierto. Después de estudiar y trabajar con los jesuitas tantos años me he dado cuenta que cada jesuita es un alter ego en sí mismo. Nunca he tenido una plática tan intelectual con ninguna persona mas que con un jesuita. He aprendido tanto de ellos y le han dado tanto al mundo. Pero por supuesto hay de jesuitas a jesuitas. Los que llevan sotana perpetúan la tradición elitista del siglo XVII, lo que llevan pantalón hablan del cambio social, de liberación, de conocimiento; los primeros no tienen barba, los segundos sí. En toda su historia han sido humanistas haciendo el cristianismo de lo posible. El padre Arrupe reedificó la labor jesuita, que se volvió hacia la pobreza. Se optó por defender las causas perdidas y construir el reino de Dios en la tierra. En lugar de vender indulgencias, luchan por la justicia social y los derechos humanos. La huella de su educación es indeleble, desde Luis Buñuel hasta el General De Gaulle, aprendimos la modestia de los verdaderos orgullosos, los reflejos humanistas, la tolerancia, el respeto por el otro, el gusto por la discusión, el sentido de la responsabilidad, el aprender a ser parte de un todo sin renunciar a desarrollar su propia personalidad, el tomar una posición valiente frente a la sociedad, capacidad para adaptarse a la evolución, al aprendizaje, a la vez que un pragmatismo y un sentido de la finalidad de la vida que permiten relativizar todas dificultades.
2. Es Latinoamericano. Eso quiere decir que la iglesia es ahora dirigida por un hombre que ha vivido todas las contradicciones de la época. En su tierra Argentina vivió la dictadura, las crisis, los gobiernos populares, populistas, semisociales y familiares. Ha experimentado en carne propia de la política asfixiante, castrante y corruptora de nuestro continente. Su sentido crítico y discernimiento le hacen vivir como cardenal una realidad diferente. No puede, no debe mostrar una realidad que no vive. Su sencillez es su principal sello. No creo que su oposición a las causas posmodernas sea demasiado preocupante. La iglesia tiene que definir las causas por las cuales debe luchar y luchar por ellas. Y reformar lo que tiene que reformar. Para mí un gran cambio es la austeridad del vaticano. Con ese simple detalle puede tener un contacto sincero con la feligresía. Despojará de todo rasgo hipócrita que los jóvenes perciben y les hace dar un paso a un lado en su fidelidad a la iglesia. Espero que todos los miembros de la iglesia lo entiendan y sigan el ejemplo.
3. Será un Papa que tendrá que enfrentar la época más difícil de la iglesia. Nunca antes se había encontrado tan cuestionada, ni cuando Lutero. Los escándalos sexuales son incontenibles, los escándalos financieros deben ser afrontados por igual. La crisis de nuestra era es el quiebre de la autoridad eclesiástica. Recobrar la credibilidad es fundamental. Y no por los que estuvieron en la plaza de San Pedro viendo la chimenea día y noche. Sino por lo que no les importó nada. Aquellos que ya les da igual todas las cuestiones religiosas.
Deberá ser para su época y demostrar ser, y no querer tener. Que la humildad y la sencillez hoy son un tesoro que se valoran más allá de cualquier institución.

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