La vigencia del libro de Julio Cortázar es hilo conductor del homenaje al escritor que se celebra en el Centro de Arte Moderno de Madrid, presidido por su viuda Aurora Bernárdez.
Madrid • Poco amigo de los encasillamientos, Julio Cortázar no solía tener en cuenta los géneros literarios a la hora de escribir, y uno de los libros que mejor refleja esa gran libertad creadora es "Historias de cronopios y de famas", una obra que ahora cumple 50 años y que conserva todo su poder fabulador.
Aurora Bernárdez no concede entrevistas, pero hoy, recién llegada de París, sí fue posible escucharle algunos comentarios mientras sostenía en sus manos una primera edición de "Historias de cronopios y de famas", publicada por Minotauro en 1962, y contemplaba expuestas, en el Centro de Arte Moderno, muchas de las traducciones que se han hecho de esta obra.
"Julio nunca se puso a escribir 'los cronopios'. Era algo circunstancial. Él iba a Correos, por ejemplo, y le salía una historieta cómica, conforme se le iba ocurriendo. Después, con todo eso se armó el libro", recordó Bernárdez, albacea del escritor.
"Historias de cronopios y de famas" es uno de los libros que mejor muestra hasta qué punto Cortázar "podía prescindir de los géneros". "Escribe y basta", le decía Rosalba Campra, que ha podido comprobar en numerosas ocasiones, en sus clases de Roma, cómo la literatura del autor argentino fascina a los jóvenes de hoy.
El autor de "Rayuela" genera "vicio" en quienes lo leen, quizá porque sus libros encierran "un modo nuevo de acercarnos a las cosas y por eso uno queda enganchado, se contagia y empieza a encontrar elementos cortazarianos en aquello que ve", comenta Campra.
"Historias de cronopios y de famas" es uno de esos libros que enseña a "mirar la realidad con ojos nuevos". Las criaturas que lo pueblan no son "necesariamente antropomorfas. No hay una preocupación realista por crear en el lector una imagen predeterminada, sino que cada uno los ve como su cabeza prefiere", señala la experta.
Pero sí hay en sus personajes "cierta caracterización de las posibilidades del ser humano", comenta esta argentina afincada en Roma.
Los cronopios "son despreocupados, poéticos pero también pueden ser crueles, hacer canalladas por diversión, y en los famas uno podría ver a la gente más encasillada en una forma de ser, pero que, cada tanto, pueden ser personajes tiernos", explica Campra.
Cortázar veía la realidad "como algo fluido. A lo único que había que acostumbrarse, creía él, era a la sorpresa", afirma esta experta, quien no cree que los textos de "Historias..." se puedan considerar surrealistas. "Eso sería como reducirlos, encasillarlos".
El escritor argentino sabía "mirar lo cotidiano con ojos nuevos", y con esa actitud conseguía textos como "Instrucciones para subir una escalera", en el que logra "deconstruir ese gesto tan automático, mostrándolo como una cosa absolutamente extraña".
Cuando se publicó "Historias de cronopios y de famas" no existía una categoría para "colocar estas prosas breves", pero ahora se pueden considerar precursoras del género de la microficción, señala Campra, quien no duda en afirmar que Cortázar "es un clásico". "Sus libros tienen una vitalidad inagotable".
"Su obra es una especie de llamado a la libertad en general, y tal vez eso nos seduce en su literatura", asegura esta experta.
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