Teresa tomó a Tomás de la mano y se lo llevó lejos de la vista de todos, no pudo más y le arrancó la ropa le otorgó el señorío; lo tejió con paciencia, como si supiera qué era lo que hacía. Teresa no es una mujer de mundo, pero la audacia está de moda. Hay que atreverse a todo, antes que… nadie sabe antes de qué hay que hacer las cosas. Pero ahora las cosas se hacen como si mañana se acabara el mundo. Se come y se toma como romanos antes del incendio
Tomás fue educado por padres infectados por la culpa. La culpa de la calle, de la muerte de Dios, de la pornografía, de los años 80’s. Culpas que hay que pagar más allá de los 90’s. Del Glam Rock de los padres vino el Neo Punk. De la perversión en pantalones ajustados y cabellos alborotados al Mea Culpa del Emmo. De la fuerza de Sheccid a la fuerza de Mtv. Del absolutismo al relativismo hay un abismo. El abismo que provoca una revolución sintética, que no piensa en consecuencias, que no piensa en el hoy ni en el mañana y por supuesto, ni en el pasado.
Teresa agradece haber acabado de una vez por todas con la virginidad. ¿Tiene que sentirse diferente ahora? ¿Caminará por la calle más segura de sí misma? Tal vez no, pero tendrá tema de conversación con sus amigas. ¿Cómo fue? Hmmm normal, creo yo. ¿Te dolió? A mí sí me dolió muchísimo. No a mí no tanto. ¿Te gustó? Supongo que si. ¿Tuviste un orgasmo? Creo que si. Vaya, que suerte tienes. Responde rápido sin pensar las respuestas, son sinceras pero Teresa no quiere contar más allá, sus amigas lo notan y cambian de tema. Se quedará pensando en el hueco que tiene en el estómago, no se los puede explicar. Acaba de suceder algo importante, digno de una celebración y lo único que siente es un vacío.
Tomás no dirá nada. Se quedará callado. Su silencio vale todas las culpas. Antes, tener sexo con la novia era digno de publicarlo en el diario escolar, recibir todas las felicitaciones, contarles a todos exagerando las cosas. Según los convencionalismos sociales es válido el sexo irresponsable, pero a Tomás le causa una terrible angustia. Simplemente por pensar en el compromiso que implica. En cierta forma sabe que no debe casarse con ella, pero lo que le causa miedo es que ella no quiere casarse con él. ¿Por qué piensa en el matrimonio? ¿Quién piensa en el matrimonio en estos días? A menos que la embarace, entonces sí tendrá verdaderamente en qué pensar. Pero en todo caso no pensará en el matrimonio.
Teresa tiene remordimientos, ¿quería Tomás tener relaciones con ella? Ni siquiera le preguntó, los hombres siempre quieren sexo ¿no es cierto? La pregunta importante es ¿lo quiere? Tiene pena de no tener una respuesta concreta.
En estos días nadie sabe nada, todo es tan confuso. Sólo tienen 16 años, ¿qué tienen que pensar? Todo piensa por ellos. Todo decide por ellos. La televisión ha decidido que lo importante eres tú y nadie más. Disfrutaron del sexo mientras duró, se vistieron y no pudieron verse a los ojos unos minutos. Se tomaron de la mano y escucharon música un rato.
Teresa está inmersa en su portátil, Tomás juega en su celular; cada quien en su mundo, cada quien en su castillo rodeado de murallas y cocodrilos. Castillo que no piensan abandonar jamás. El refugio perfecto ante las amenazas del exterior. Monstruos de 7 cabezas como el compromiso, la responsabilidad, la honestidad y todo eso que los abnegados padres se encargaron de desterrar tras crueles guerras ante los que prodigaban el abandono de sí mismo. Ganaron, vaya que ganaron, inventaron la personalidad sacrificando el compromiso y la responsabilidad.
Tomás y Teresa se hallan, se toman de las manos, cada uno habla el idioma de su feudo, se entienden poco, pero lo intentan, de veras que lo intentan. Lo más curioso de todo es que no hay espacios de silencio, hablan, se platican cosas, anécdotas. Aunque hay algunas palabras vacías, sin contenido. Hay otras que les son comunes por las cuales se puede dar un intento de comunicación. Ya no hablan de lo sucedido el otro día, no intentan darle importancia, como no les dan importancia a los malos gobiernos, a la guerra, o a la pobreza. Después de todo quiénes son para combatirlos. Ellos saben que el mundo tal como es no debería existir y como debería ser nunca existirá, para qué preocuparse entonces. Al final, el único lugar donde se sienten cómodos es en su castillo de altas murallas.
El padre de Teresa mira televisión, es la única forma de conocer lo que sucede fuera del feudo que ha construido, observa a Tomás como un intruso, un caballo de Troya con todos los vicios y maldades de su propio feudo. Le encantaría encerrar a su hija en una torre y que sea resguardada por un dragón. Pero a lo que se limita es a dirigir una mirada retadora a Tomás, haciéndole saber quién es el que manda. Nunca dejará de pensar que su hija no sabe cómo sobrevivir fuera del feudo, siempre estará él para protegerla. Como Caballero Templario protegiendo el grial.
La madre de Teresa ha decidido ser siemprecómplice de Teresa, niega su pasado de hombreras y calentadores. Niega Flash Dance y Fama. Quiere comprender el dialecto pero con grandes deficiencias a penas puede comprender ciertos mecanismos de consumo. El lenguaje común que hablan es el: shopping. Ante el precipicio generacional abierto entre ellas, intenta tender puentes de servilismo. Teresa ha entendido el juego y no pierde oportunidad para probar las cualidades protectoras de su madre, con la que ya ha enfrentado a todas las autoridades de la escuela, a los padres de algunos compañeros, a sus vecinos, en fin todo el que se le oponga: traigo una madre sobreprotectora y sé cómo usarla. Quítense de en medio o la suelto. Si es vencida siempre quedará el arma secreta, un padre extremadamente egoísta y malhumorado capaz de insultar al mismo Dios con tal de que no moleste a su princesa.
Los padres de Tomás niegan el pasado liberal de su generación. Creen en la inocencia, profesionalismo y recato de Madonna mientras condenan a Michael Jackson. Fingen demencia al escuchar Personal Jesus como una oda posmoderna, nunca hablarán con nadie del rumbo de sus manos mientras un ángel bajaba de la cruz a Jesús en La Última Tentación de Cristo. No hablarán de las bachas en aquella Disco, ni de las medias de seda, ni del sexo en la playa, ni de los abortos de la prima, ni de la escapada a Mazatlán, ni de las películas porno escondidas bajo la cama.
Guardan tantos secretos que no se hablan entre ellos, son tumbas de vergüenza. Tienen ganas de enorgullecerse, pero piensan que eso le daría a Tomás un pretexto para cuestionarlos. Le tienen miedo a enfrentarse con una vida donde experimentaron la horrible libertad y ahora viven en una cruda permanente. Se han negado tanto a sí mismos que su matrimonio se ha convertido en una farsa digna de Milli Vanilli.
Tomás nunca los ha entendido. Y nunca podrá. Simplemente porque los que conoce como padres son la negación de sí mismos. Quieren aparentar que siempre fueron responsables. Incluso, por eso, siguen juntos aunque no haya relación. A veces tienen sexo, del más tradicional y aburrido. Ya no se acuerdan de las perversiones que alguna vez experimentaron. La madre de Tomás suspirará un par de veces recordando las audacias atrevidas en un rincón oscuro escuchando All that she wants cantado por Ace of Base.
El padre de Tomás sonreirá de todas las que tuvo que pasar para que no se enteraran sus dos novias de la existencia de la otra, lo que al final pasó, por un error de cálculo. Se equivocó de hora y de novia, lo dejaron la misma noche, las dos. Una por haber llegado cuando no lo esperaba: no pudo explicar su confusión; y la otra por no llegar, le cuestionaron hasta que tuvo que decir la verdad, cómo se lamenta de eso, pensó que con la verdad las cosas se arreglarían, eso es una falacia. La mentira es la mejor manera de mantener el status quo o manejarlo a nuestro antojo. Pero esa misma noche conoció a la madre de Tomás, la mujer que tomaría como esposa solamente porque ya tocaba, era el tiempo de casarse. La presión social debía ser demasiada, en esa época pasar de los 20 y no estar casado era para que le vieran cara de Rock Hudson.
Algunas veces, no todas las noches, se da una escapada a la Casa Revolución, donde lo atienden mujeres atentas y serviles. Es por eso que no se vuelve loco, eso piensa él. Cree firmemente que el hombre no nació para una sola mujer, que la poligamia es natural al ser humano. Pero nunca lo dirá. Como tampoco se atreverá a argumentar que la prostitución es tan necesaria en un país, tanto como el agua. Eso evita problemas familiares e incluso sociales. Pero éste pensamiento es demasiado para expresarlo y lo guarda en sobre lacrado y con llave, todas las precauciones son pocas.
La madre se ha vaciado tanto de sí misma que parece que no pertenece al mundo contemporáneo. No ve noticias y se asusta de todo y de todos. Dice no entender el mundo que vive ni el que vivió. Se compadece de todos pero no hace nada, sólo suspira. Su marido sale todas las noches de jueves y viernes, ella sabe para qué. Para ella es mejor, no la molesta con sus cosas, ya no tiene que poner pretextos. Hacía tiempo que el sexo representaba una carga, ella sabe que él sólo va a a eso. Es un acuerdo tácito. Lo que sí le da miedo es que él tenga una nueva relación con alguien, más joven ¿tal vez? No, no es tanto miedo, es más bien una leve angustia de quedar absolutamente libre y de no conocer semejante aberración y sus consecuencias. Hasta ahora todo lo que Teresa ha sido se lo ha achacado a sus padres, a su marido, de ser de otro modo tendría que hacerse responsable de ella misma. Qué angustiante situación. Es casi como quedar desamparada en la calle y tener que alimentarse a sí misma.
Tomás es sólo una extensión de la vida de sus padres. Culpado de todo y de nada. Producto del silencio y miles de negaciones. De pecados indeterminados. De prohibiciones viles sin razón. La televisión es ese malvado instrumento de perversión. Su único escape ha sido Internet donde ha inventado tantas vidas que ya no sabe cuál es la que realmente vive. El mundo real ha terminado por ser tan hipócrita que no vale la pena salir de si mismo y darse en tan poco mundo. Desconfía de todos. Es inseguro e indeciso. Dice odiar a todo el mundo sin saber a quién odia realmente. Odia lo que todos pretenden ser. Porque él mismo no sabe lo que pretende ser.
A Teresa y Tomás les gusta ir a conciertos. La música es su lenguaje común. Panda, Kinky, Zoe, no importa. Hay tanta gente como ellos, pretendiendo odiar a todos. Pero por un momento se sienten protegidos por la masa, pueden abandonarse un momento y cantar al unísono. Aunque inmediatamente después se acuerden que no pueden dejar de ser ellos mismos, que tienen una personalidad que defender contra todos. Saliendo, se pueden besar lo que quieran, la clave es que si se besan no tienen que hablar. La noche es perfecta para acompañarse. Soledades que caminan juntas. Soledades que se besan y se tocan, siendo sombras carentes de toda humanidad.
Dos monstruos engendrados, solitarios, que no conocen sus garras.
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