¡Ni uno vencido por alcohol, ni por fardera!
Tan sólo atino lo que mi vista afrente,
tierra sin fin, rencor ardiente,
donde la sangre coronó la primavera.
Antes corría agua hoy rueda lava
por la cuenca hecha de escombro silente,
y al rastro recuerda su torrente
cual boca que muestra todos sus dientes.
Hoy un puente gris que antes naranja,
resalta las pinceladas de roca candente,
azotado por el aire que cava su zanja,
donde los ojos cual semilla se plantan
y las manos su plegaria levantan
a los que por pobreza e ignorancia mueran.
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