– ¡Los zombies no duermen!
– Claro que sí, recuerda que necesitan satisfacer sus necesidades primarias, por eso en lo único que piensan es en comer y después, lógicamente, en dormir.
– Por éso, entonces si solo piensan en comer no pueden dormir.
– No seas incoherente, no se la pueden pasar comiendo nadamás. También duermen, toman agua y me atrevería a decir que hasta se enamoran.
– ¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¿Qué no has visto en las películas? Los zombies no se enamoran, tienen malicia, quieren sangre, cerebros, partes humanas. ¡Roar! ¿Enamorarse? ¡Pppft!
– No puedes decir que los zombies tienen malicia porque no están vivos, no son buenos ni malos, solo son.
– ¡Aista! Me estás diciendo que no sienten, entonces no se pueden enamorar ni cosas así tan complicadas. ¿Sabes? Algún día quiero ser zombie; solo preocuparme por comer y pasear por ahí, tranquilamente, sin prisa, dándole una mordida a alguien de vez en cuando, sin pensar en nada.
– Debo refutar tu idea con el argumento de que ser zombie sería aburrido, ¿no crees? Estarías vacío.
– Creo que alguien se está contradiciendo aquí, tú eras el primero que decía que los zombies sentían y tenían necesidades.
– Creo, más bien, que tenemos opiniones diferentes. Mejor vamos por otra cerveza.
En un mundo paralelo, Roberto el zombie se levanta a las ocho de la mañana. Su esposa lo espera con el desayuno.
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