martes, 15 de febrero de 2011

Instructivo del diablo: Para visitar la ciudad de Torreón

Por: Raúl Blackaller


Escuche completamente este diabólico instructivo cuando ya se encuentre en la ciudad, si lo lee antes es probable que lo piense bien y no venga. For english press nine.

Hay que comenzar identificando el punto donde está situado. Al norte de la República Mexicana, al sur oeste del estado de Coahuila, colindando con Durango; de un lado, un río seco y del otro un inclemente semidesierto. Es el punto de encuentro entre usted y una cantidad inagotable de sol y tierra. No es una ciudad bonita ni pintoresca, es una ciudad práctica: hay calles semi-pavimentadas con calvicie de alcantarillas, dos centros comerciales, dos maravillosos teatros, dos o tres cines, un museo y algunos semi-museos políticamente correctos; hay que recalcar que es una ciudad obsesionada con la educación: hay poco menos de 50 universidades, les ha dado a pensar que los jóvenes reciban una educación mediocre por aproximadamente 3 años, esto con el objetivo de que salgan graduados en desesperanza y autoempleo.
Seguramente ha llegado a la ciudad por error, pero no se lo reproche. Todos llegan por error. Tal vez afortunados errores pero al fin y al cabo errores.
Si nota el cielo medio rojizo, un leve aire que pica la nariz e irritación en los ojos; es sólo nuestra dosis diaria de plomo, no se preocupe si no está acostumbrado, en poco tiempo ni lo notará.
Éste diabólico instructivo le hace notar que si la ciudad es una cadena interminable de cantinas no es por casualidad, es el calor, ¿alguna vez ha tomado cerveza helada cuando el ambiente canta tranquilamente a 45 grados centígrados?
Es una ciudad de amplios conocimientos gastronómicos ya que puedes encontrar: comida china californiana hecha por chinos, árabe hecha por las mexicanas esposas de los árabes, japonesa hecha por gente que ni siquiera sabe dónde se sitúa Japón, española casi en extinción, fast food manoseada por adolescentes de espinillas purulantes, un sushi tan falso como gringo, una pizza tan falsa como Berlusconi y una sociedad tan falsa como el art Nouveau en Latinoamérica.
Los fines de semana la actividad se reduce a convertir las casas en cantinas ricamente surtidas y restaurantes buffet de carne asada. No es por presumir pero la ciudad tiene una excelente calidad en carnes, cuyas vacas comen el follaje que consume el 40 por ciento del agua de la región, el otro 40 lo consumen las fastuosas industrias y a usted le está designado un 20 por ciento que está obligado a cuidar, no se la acabe por favor. Le recomendamos para el caso, tomar toda la cerveza que le sea posible, no se olvide usted que se encuentra en medio del desierto. Teníamos la mejor agua de toda la república, pero como sabíamos que se podía acabar, en un impulso de lo más capitalista la invertimos en vacas, cerveza y mezclilla. A la cerveza la tomamos como recurso inagotable, la leche es para compartir con el mundo de nuestro nunca bien ponderado arsénico, bien enfundados en nuestros vaqueros.
Si al contrario es usted una persona espiritual, tenemos iglesias para todos los gustos, desde una mezquita hasta un estadio; discúlpeme usted la imprecisión, hasta una capilla en un estadio. Notará que la mayoría de ellas son casi improvisadas, desde la catedral hasta los pastores, ministros, sacerdotes, rabinos y comentaristas de deportes.
Si por alguna extraña razón no puede dormir, podrá observar los amaneceres más hermosos con que se tope en su vida, a veces vienen aderezados con sonidos de fuegos artificiales que nunca verá por más que busque. No se asuste, es probable que alguna banda le quiera amenizar el evento, pero por precaución póngase pecho tierra y no se asome por las ventanas.
No queremos que usted se asuste cuando mientras espera el semáforo en verde, un tipo nervioso se acerca con un arma y le dice que se baje de su automóvil, tómelo con calma, si está asegurado lo va a poder resolver, si no lo está tendrá que trabajar muy duro para recuperarlo, la ciudad ha pensado que es un método efectivo contra la alienación del capitalista y el sobrepeso, actívese y corra por su vida. Si busca recuperar su patrimonio le recomendamos el comercio informal, puede vender: hamburguesas, gordas, burros, ropa, lupas, mapas, antigüedades o cosas inservibles ahora, que fueron útiles antes; cedés, devedés y libros piratas (para algunos el único acceso a un poco de cultura, ¿será por eso que la autoridad se hace de la vista gorda?) o banderas, camisetas y matracas del equipo local en las esquinas.
Sin embargo, es una ciudad que podrá disfrutar al folclor de su ambiente fiestero y locochón con tintes de irresponsabilidad. Casi como el viejo oeste. Pueblo hecho de polvo y sin ley.
Andas de suerte cuando sin previo aviso puedes disfrutar de lo mejor de la ciudad: el viento corre fuerte como liebre asustada y levanta el inagotable polvo, como un tsunami pinta el cielo de caqui, cual uniforme de policía rural. Golpeando lo que se encuentre sin piedad, todo el día, toda la noche; no se limita, es generoso en bacterias. Salga sin abrir los ojos o la boca. Los terregales son de antología. Reitero que si tiene la suerte de presenciar uno, y la tendrá, no se olvide que es nuestra mejor y más inoportuna atracción. Si su asma alcanza niveles de armagedon huya antes de que caiga en la cadena alimenticia de los médicos, quienes sólo jugarán con usted al ping-pong.
Es una ciudad para sonreír, ya que no queda de otra. Llorar ya no es útil, patalear es demasiado infantil, rezar es muy disperso; la fe es para los que aún creen que la ciudad tiene lo suficiente para sobrevivir. Sobrevive de lo falso: el falso morisco, el falso modernismo, el falso clasismo, la falsa cultura, un falso e ingenuo gobierno y la falsa identidad lagunera que lo  único que ha aportado son algunas palabras de dudosa procedencia: andas, asquel o mosquito. Algunos actores de baja monta, un grupo cumbianchero que honra al one hit wonder, lo mejor que hemos exportado es una tienda y algunos deportistas.
Con todo lo que ha leído le quedarán ganas de bailar en la plaza de armas esquivando prostitutos, prostitutas y quimeras. Cerrar los ojos ante la decadencia por la guerra, suspirar por los que huyen y por los que mueren, los que quedan asediados por los acontecimientos agradeciendo no estar en el lugar equivocado en la ciudad que fundaron por necesidad borrachos y reivindicaron alemanes, ingleses, árabes y españoles. Casi en el infierno, casi en el cielo. Todas las culturas y ninguna.
Finalmente viva usted una grata experiencia al salir por la gran puerta amarilla, cuando lo haga cerciórese de ser el último y no olvide apagar la luz.

3 comentarios:

  1. Me gustó mucho, tanto la leída en el taller como reelerlo aquí, aunque la letra se me hace un un poco pequeña aquí o ya necesito cambiar de lentes.

    Jesus

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  2. Lo leí y me gustó mucho, de repente un poco aventurado a los extremos que no todos conocemos de primera vista (los prostitutos, las cantinas, y otros demonios), pero que sé que Raúl conoce más por cultura que por afición. Y vaya que están ahí.

    Usar la palabra guerra se me hizo medio Calderonezco, de repente medio alarmista o televisiva. Yo prefiero decir que tenemos una mafia que dispara por hobby, como buenos rancheros. Y unos guardaespaldas que andan de verde con armas más grandes, como buenos rancheros.

    Me gustan los detalles como el for english press nine, y lo de cerrar la puerta al final. Además de ser amenos, le dan cierta verosimilitud al texto. Faltó cerrar con "este mensaje se autodestruirá en 10 segundos..."

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  3. El ejercicio de Raúl, como lo comentamos el miércoles pasado fluye porque es ágil: conoce el lugar del que habla y lo hace sentir, con ese tono socarrón y sarcástico.
    Salir por la puerta amarilla funciona muy bien...aunque la propuesta de Abraham sobre que el mensaje se autodestruirá en 10 segundos no está nada mal...

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